miércoles, 26 de enero de 2011

Segundo Canto de Abandono de Efraín Huerta

Oigo ese rumor de olas en tu pecho lejano,
ese reír pajarero de tus manos
que una noche de frío y secos árboles
apretaron mis sienes temblorosas
y estrujaron mi corazón como plumas.


Distante y derribada por tu ausencia,
mi voz amarillenta, roturada,
mi despiadada voz de joven-joven:
vieja red de palabras y canciones.


Pero soy para ti, soy para siempre
un ignorado vicio, una solemne
y perfecta virtud de rosa fría,
una voz de cansada mariposa.
Soy una noche blanca moribunda,
voz de encono y ruptura,
voz de alba,
mustia y líquida voz de abandono.


Te he perdido sin lágrimas ni feas
lamentaciones a tus pies de cera,
sin burlas ni sollozos de difunto.


Te he perdido, acepto esa larga
mirada de distante paloma,
mirada de camelia, ojos de ángel.


Te llamas como mi risa de hoy,
como las flores claras de las ventanas,
como una casa abandonada,
como debería llamarse el invierno,
joven ausente, casta,
prodigio de tristeza.


¿Oyes mi reposado canto del abandono?
¿Sabías que voy al mar de vacaciones
por ver si las sirenas en las playas
venden finas y alegres pajaritas de espuma?
¿Sabías, adivinabas que mi voz,
en un tiempo tu reina, ha merecido
hacerse luz de fuego en el espectro?


Y si lo ignoras, bella
joven de los estanques,
mi bondad te disculpa,
mi voz desaparece
convertida en un río indiferente
como todos los ríos del planeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario